La aldea de El Rocío prepara los últimos retoques para vivir la semana grande de su devoción
Tranquilidad en el núcleo almonteño antes de la llegada de las Hermandades para la romería
El Rocío 2025: estas son las dos Hermandades que inician su peregrinación hacia la aldea este lunes

El Rocío/Los rocieros encaran la recta final para vivir la semana grande de su devoción. Apenas queda una semana para volver a ver a la Virgen del Rocío atravesar las arenas de la aldea que lleva su nombre. En este núcleo almonteño el vaivén de personas se comienza a intensificar, constando el nerviosismo de quienes no pueden esperar para la Romería del Rocío. Sus calles se llenaban de un ambiente tranquilo, puertas cerradas y tan solo unos pocos en sus porches disfrutando de la brisa. Una imagen que en nada se parecerá a lo que se vivirá durante los próximos días con la llegada de las diferentes Hermandades que peregrinarán hasta el Santuario.
Desde hace semanas, se respira un ambiente distinto. Los preparativos han comenzado con mayor antelación ya que esta romería se enmarca en Año Jubilar, lo que hace que sea aún más especial, algo que se ve a simple vista en las calles de la aldea. Justo al lado de la ermita, a los pies del Paseo Marismeño, llama la atención un gran escenario que, a media construcción, se roba las miradas de quienes pasean por el Rocío. Es el lugar donde se celebrará la Misa Pontifical, que este año abandona el Real del Rocío, donde se ha realizado habitualmente, con el objetivo de poder albergar un altar mucho más amplio.
Un espacio necesario, ya que este año se han invitado a las Hermandades agregadas para que asistan con sus Simpecados, que se colarán en el escenario que comienza a tomar forma estos días. Así este año la misa estará enmarcada por más de cien Simpecados y con las extraordinarias marismas de Doñana como telón de fondo. Este cambio, adelantaba a mediados de mes el vicepresidente de la Hermandad Matriz de Almonte, José Muñoz, podría repetirse en futuras romerías si este año la acogida y el funcionamiento es positivo. Este espacio abierto cerca del paseo ofrece mejores condiciones de acceso, visibilidad y comodidad para quienes llegan de todos los rincones de España y del extranjero para ver a la Virgen del Rocío.
Visitantes y locales, tras mirar curiosos el escenario, retomaban su camino hasta el corazón de la aldea, el Santuario de la Blanca Paloma. Sus pasos se frenaban en seco al cruzar el pórtico de la ermita. Dentro muchos optaban por sentarse en los bancos y, clavando su mirada en ella, le compartían sus secretos y deseos. A sus pies, con las manos agarrando los barrotes que la protegen, muchos rocieros se acercaban todo lo que podían a ella para sentirla aún más presente, con ganas de verla a los hombros de los almonteños que la portan con cariño y respeto hacia su Reina de las Marismas.
En el interior del santuario se respiraba un aire de recogimiento. La fe se respiraba en el silencio y en la esperanza de los que pedían con devoción. En el interior del santuario tan solo rompía el silencio el sonido de los pies arrastrando la arena que se cuela dentro y algún bebé que, dando sus primeros pasos, se dirigía sin vacilar hasta los pies de la Virgen seguido de su madre que veía orgullosa como su bebé no titubeaba al caminar directo hacia la Blanca Paloma.
Algunos llevaban en sus manos las velas que pretendían encender en la capilla votiva. Ya desde sus puertas se olía a cera quemada. Al entrar la estancia arrojaba un baile hipnótico de las mechas de aquellos favores o deseos que encomendaban a la Virgen. Dentro el calor, provocado por los pequeños fuegos, era más latente que en las calles, donde la temperatura era algo más llevadera gracias a la brisa y a la proximidad con las marismas, alrededor de la que paseaban locales y visitantes que preguntaban, en un español chapurreado, por alguna dirección o sobre alguna estatua que les llamaba la atención.
Desde los bares el ambiente era otro. Al caminar cerca de la terraza de uno de ellos te envolvía el sonido del barullo de conversaciones pendientes, risas encadenadas y copas al aire. Los camareros atendían con frenesí las mesas con los platos que no paraban de salir desde cocina para volar entre las mesas. Lejos de acabar esta actividad frenética, ya pasada la hora de comer, las mesas, estratégicamente colocadas a las sombra, continuaban ocupadas por quienes no perdonaban el postre o el café de las tradicionales sobremesas.
Un ambiente tranquilo a la vez que festivo que pronostica lo que se vivirá en aquellas calles de arena durante la semana para disfrutar de la Romería del Rocío 2025.
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