Ponce Bernal se muestra ante los onubenses con un profundo y marcado carácter humanista
Crónicas de otra Huelva
A partir de un caso patológico extraordinario que sufre un obrero tras un accidente, se adentra en lo emocional y lo espiritual, valorando la dignidad y la búsqueda de sentido en la vida de las personas
Ponce Bernal desgrana en una entrevista las aspiraciones de José Marchena Colombo con La Rábida

La Introducción
LAS METÁFORAS
La búsqueda de la perfección y de la Justicia
Ponce Bernal repara en una noticia que ha leído en la “prensa mundial” y convierte un suceso patológico en una reflexión sobre la condición del ser humano. De lo que cualquiera hubiera leído sin sacar más jugo que el asombro por el suceso y el caso en sí mismo, él hace un análisis muy profundo y poético sobre la condición humana. Su capacidad para convertir una historia concreta en una parábola sobre el ser humano revela una sensibilidad filosófica y poética muy marcada.
La historia del obrero Almassy, con su sed constante y su sufrimiento, se presenta como una metáfora de la búsqueda interminable de la perfección, el progreso, la justicia y la verdad. Es una manera hermosa de entender cómo nuestras aspiraciones y deseos más profundos pueden ser tanto una fuente de motivación como de sufrimiento. Logra transmitir esa idea de que, aunque la ciencia y la medicina puedan aliviar ciertos dolores físicos, hay aspectos de la existencia que trascienden lo material y se relacionan con nuestro espíritu y nuestra búsqueda de sentido.
La gran sensibilidad de Blanqui-azul se percibe claramente en la forma en que aborda la historia y sus ideas. Muestra una profunda empatía hacia el sufrimiento del obrero Almassy, entendiendo su dolor no solo desde un punto de vista físico. Convierte el hecho en un símbolo de las aspiraciones humanas. Con un tono respetuoso y reflexivo, capta la esencia de esa sed inextinguible que todos llevamos dentro, esa búsqueda constante de algo más allá de lo material.
Nuestro autor demuestra una profunda empatía hacia las experiencias humanas, viéndolas como emblemas de nuestras aspiraciones y luchas internas. Es un texto que invita a reflexionar sobre la naturaleza del deseo humano y su constante impulso hacia algo más allá de lo tangible.
La gran Prensa mundial recoge estos días en sus páginas el relato de un caso verdaderamente extraordinario que se dio en Budapest.
Un ebanista salió un día con su ayudante Almassy y los útiles de su oficio, montando una motocicleta para realizar un trabajo en las afueras de la ciudad; por efecto de una falsa maniobra, la motocicleta con sus ocupantes fue a estrellarse contra unas piedras en la carretera.
Almassy sufrió una lesión en el hígado a consecuencia de la cual tiene constantemente sed que no sacia con nada, por lo que se ve obligado a gastar una cantidad superior en mucho a su jornal para aplacar aquel perenne fuego interior que abrasa su estómago.

El asunto pasó a los Tribunales a consecuencia de la reclamación formulada por el desgraciado obrero que no ve jamás saciada su sed y un juez comprensivo y humano dictó una sentencia reparadora de su desgracia en la parte que esta pueda ser reparada.
Mas meditando acerca de este asunto patológico extraordinario se ofrece ante mis ojos como un fenómeno que escapa ya de la jurisdicción de la Medicina, como algo que constituyera a modo de parábola un signo transcendental.
Así, el obrero húngaro Almassy se me antoja la expresión sintética de la Humanidad, del Hombre en su concepción genérica y amplia. Como el infeliz enfermo, el Hombre, en su íntimo afán de perfección, siente desde el momento mismo en que surgió a la Vida, una sed devoradora, inextinguible: sed de Progreso, de Cultura, de Verdad; obsesionante y martirizadora sed de Justicia…
BLANQUI-AZUL
Diario de Huelva, 2-08-1930
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