José Mercé, el niño que siguió jugando
El cantaor recuerda en una charla en Sevilla los riesgos de su carrera y la “maravilla” de su infancia en Jerez.
El artista recibirá hoy uno de los Premios del Flamenco que entrega la Fundación Cajasol.
Manuel Alejandro: vivir la emoción

El cantaor José Mercé (Jerez de la Frontera, 1955) protagonizó el último de los Encuentros en Cajasol de este curso con una charla en la que el veterano repasó junto al periodista Rafael Cremades el interés por el riesgo que ha guiado sus pasos, y en la que este andaluz orgulloso de ser Hijo Predilecto de la comunidad mostró al público su rostro más familiar. Mercé recibirá hoy uno de los Premios del Flamenco que entrega la Fundación Cajasol en Sevilla y que galardonarán también este martes a Paco Cepero en la categoría de guitarra y a Manolo Marín en la de baile.
El jerezano se mantiene en gira con el espectáculo José Mercé canta a Manuel Alejandro, una gira que tiene al artista “muy contento porque los teatros se están llenando, y muy a gusto porque hacía mucho tiempo que quería hacer algo con mi paisano. Mi intención habría sido hacer un disco con él bien pronto”, afirma Mercé sobre Manuel Alejandro, “el mejor escribidor de canciones de amor y desamor del mundo, pero yo me movía en el flamenco, y en aquella época te hacían una crítica mala y te hundían, te dejaban sin trabajo un tiempo, y si te salías del tiesto te castigaban. A mí me daba miedo y no quería arriesgarme a hacer nada que no se entendiera”, rememoró.
“Cuando yo empecé una mala crítica te dejaba fuera. Era muy difícil arriesgarse”
Pero las cadenas de ese temor que atenazaba a Mercé no eran muy firmes, y ese muchacho que “se dedicaba a ir a festivales, en ese tiempo en que el flamenco era muy cerrado” fue conquistando cotas de libertad. “Mi carrera cambia a partir de 1998, cuando publico Del amanecer... con Vicente Amigo, eso fue un antes y un después. Y dos años más tarde llegaría Aire, que fue doble disco de platino, eso no había ocurrido antes en el flamenco. Yo he arriesgado mucho en mi carrera, he estado buscando, me he atrevido con versiones que a mí me han llenado”, argumentó ante un auditorio para el que rescataría más tarde En carne viva, un himno de Manuel Alejandro que popularizaría Raphael.
Mercé, según parece, siempre intuyó el rumbo que debía tomar. Cremades lo conoció hace 40 años, a mediados de los 80, y el periodista recuerda que el cantaor le expresó entonces su necesidad de abrir otras sendas, “no estar siempre con la soleá y la seguiriya, no sé si saldrá bien ese camino pero yo necesito intentarlo”, le comentó entonces. El aludido explicaba al público de Cajasol: “Es que yo siempre me he rebelado contra esa idea de la pureza de que el cante grande eran la seguiriya y la soleá, y los fandangos, la bulería, los tangos se consideraban cante pequeño. Pero a ver quién me dice que un fandango de Huelva de Paco Toronjo no tiene la misma grandeza. Lo que importa es el intérprete”, reivindica, feliz de haber atraído a lo jondo a muchos neófitos. “Yo recuerdo que cuando saqué Aire, y otros discos como Lío y Ruido, muchos chavales que nunca habían escuchado flamenco comenzaron a hacerlo gracias a mí”.
“Me ofrecieron el Teatro Real para presentar el disco allí”, dijo, volviendo a Aire. “Fui el primer flamenco invitado después de la restauración del teatro, pero yo viví el éxito muy tranquilo, quizás por eso que decía el maestro Chano Lobato de mí, que según él yo tenía la cabeza bien amueblada”, evocó. “También me lo tomé con calma porque era relativo, porque después de lo de mi hijo [que murió cuando tenía 14 años] mi idea de la vida cambió. Yo antes me enfadaba porque sonaba mal un micro, por cualquier tontería, pero después de algo así tú sólo le das importancia a lo que realmente lo tiene. Yo estoy aquí hoy por mi mujer, si ella no me hubiese salvado en ese momento no sé qué habría sido de mí... Esa creencia tan extendida de que las mujeres son el sexo débil es mentira, son ellas las que al final tienen la fuerza para salir adelante”, defendió el artista.
“Estoy muy orgulloso de ser Hijo Predilecto de Andalucía. Pero el mejor regalo es mi familia”
“Yo he conseguido muchas cosas. ¿De qué puede estar más orgulloso un andaluz? De ser Hijo Predilecto de la región, y yo lo soy. Pero mi regalo más grande, sin duda, es la familia”, declaró, antes de revelarse como un hombre hogareño y manifestar entusiasmo por su nieto Dante, de cuatro años: “Yo lo llamo el churro de la casa. Dice de sí mismo que es un fenómeno, y lo es, pero me ha salido del Atlético de Madrid, fíjate. Un día jugamos un partido en el Metropolitano los toreros, los cantantes... Y me lo llevé. ¿Y para qué lo llevé? Le dieron un balón del Atlético y hasta ahora, cuando en casa somos todos del Real Madrid... Pero es inteligentísimo, se queda con todo”.
La infancia del nieto propició que Mercé hiciera memoria y volviera la mirada a sus primeros años en Jerez. “Yo no cambio mi niñez por nada”, afirmó, categórico. “A mí me da pena ver a estas criaturas de hoy, a los que no dejamos salir porque tenemos miedo. Nosotros llegábamos del colegio, nos lavábamos la cara y las manos con jabón Lagarto, nos daban un bocadillo y a la calle a jugar, hasta la hora en que volvías a hacer tus deberes. Nos juntábamos el Diego Carrasco, el Moraíto, el Chícharo...”, enumeró, nostálgico. “Jugábamos a la pelota y acabábamos cantando por bulerías. Ser niño en el barrio de Santiago, en ese tiempo, era sencillamente una maravilla”.
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