Teresa España, la artista total
Historias del fandango
Teresa García Pichardo, Teresa o Teresita España para el arte, nació en Sevilla en 1892; cantó, bailó, tocó la guitarra y todo lo hizo bien

Huelva/Comenzó aprendiendo baile, tomando clases con La Macarrona, que destacó el salero que tenía la niña. Y aprendió a tocar la guitarra, lo cual es de mucho mérito en una mujer para aquellos comienzos del siglo XX. Tuvo claro que quería dedicarse al mundo del espectáculo cuando la sociedad censuraba tanto al artisteo.
Realmente, Teresa irrumpió como un torbellino, porque reunía todas las facetas artísticas: era brillante cantando, bailando, tocando la guitarra o los palillos. Fue lo que diríamos hoy una artista integral, porque practicaba con aptitudes y con gracia todo lo que comprende el flamenco –bailaora, cantaora, guitarrista– y, por extensión, todo el arte aledaño: cupletista, intérprete de cantos regionales, bailarina. Tenía una inusual versatilidad. Y todo lo hacía bien porque estaba dotada de una gracia y un encanto personal, a lo que se sumaba una gran belleza.
Sobrada de facultades artísticas, supo desenvolverse de manera sobresaliente en todo cuanto interpretaba, desde el cuplé a los cantes del flamenco, desde los cantos regionales hasta las saetas, de las que fue una exquisita y emocionante cantaora.
Una flamenca del máximo nivel
Desde mediados de la segunda década del siglo XX y hasta los años treinta fue una artista de gran predicamento. Aunque le asociaron más a las varietés, para sintonizar con los públicos mayoritarios en la época en que le tocó vivir, como artista flamenca cantó todo los estilos que se llevaban entonces, cuando los palos jondos típicos de los cafés cantantes habían decaído y pocos artistas los cantaban. Los públicos demandaban cantes más ligeros y livianos.
En su extensa discografía encontramos sevillanas, guajiras, tangos populares, tientos, cartageneras, tanguillos de Cádiz, bulerías por soleá, alegrías, trianerías, milonga, tarantas, saetas, canciones…
Y fandangos…
Fandangos de Alosno y de Huelva que grabó en sendos discos con la compañía Gramófono [1 y 2]. En ambos se acompaña ella misma con una gran brillantez de toque, tanto por su vivo compás como por las falsetas intermedias que ejecuta. Y ese toque nos revela un hecho significativo, cual es que el acompañamiento por Huelva está ya hecho y asentado, y Teresa lo ha aprendido y lo domina a la perfección.
En su cante están ya los aires del fandango que alumbra su próxima personalidad decididamente flamenca, aunque todavía se percibe una transición evolutiva desde lo folclórico.
Están los aires de Alosno, los de Huelva y se apunta la melodía del que será fandango atribuido a Pérez de Guzmán.
Segunda década del siglo XX: tiempos de mudanza, en fin, en que lo viejo aún no ha desaparecido y lo nuevo no acaba de tomar mando en plaza.
Es complicado concretar las fechas en que grabó, porque, como hemos explicado en otros capítulos, las compañías discográficas grababan, pero no solían facilitar la fecha o a veces las anotaciones se perdían; podían optar por publicar enseguida o tardar un tiempo indefinido en sacar al mercado los discos, según sus conveniencias comerciales. A lo cual hay que añadir la disparidad de criterios de los coleccionistas; varios citan como años de grabación 1910, 1915, 1919, 1922… Nos perdemos en la maraña que trata de concretar las fechas de las grabaciones.
Las falsetas de su toque
Pero, en cualquier caso, el toque de guitarra de Teresa España revela que hay ya un modelo bien definido y consolidado del acompañamiento por Huelva y que conoce bien el toque por medio. El anuncio de discos de Gramófono en 1919 evidencia que había grabado otros discos con anterioridad [5].
En otra placa le acompaña Ramón Montoya, con el habitual toque abandolao que ejecutaba en las primeras décadas del siglo.
Las falsetas de Teresa son absolutamente originales. Como si las hubieran inspirado, cuatro décadas después nos las hacían recordar las del alosnero Bartolomé El Pinche.
(Continuará)
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